Este capitulo habla de la variedad de mascaras que utilizamos en nuestra vida para protegernos de que nos hagan daño, y a la vez como es en el caso de la mujer la mascara que se tiene de ellas es la que a los demás les conviene ver.
El lenguaje popular refleja hasta que punto nos defendemos del exterior; la idea de la “hombría” consiste en no rajarse.
En nosotros abrirse es muestra de una debilidad, de humillarse, de agacharse, pero el no hacerlo es permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad.La “hombría” se mide en la invulnerabilidad ante las armas y los golpes del mundo exterior. El “macho” es un ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía.
Los mexicanos consideran a la mujer, como un instrumento, de los deseos del hombre, de los fines de la ley, la sociedad o la moral. fines para los que nunca se le ha pedido su consentimiento y en esa realización solo participa pasivamente. Prostituta, diosa, gran señora, amante, la mujer transmite o conserva, pero no crea, los valores y energías que le confían la naturaleza o la sociedad.
Simular es inventar o, mejor, aparentar y así eludir nuestra condición. El que disimula no representa, sino que quiere hacerse invisible, pasar inadvertido, sin renunciar a su ser.
Un ejemplo de simular o querer pasar inadvertido, Octavio Paz recuerda una vez, que oyó un leve ruido en el cuarto vecino al suyo y pregunto en voz alta: ¿Quién anda ahí?, y la voz de una criada, contestó: “No es nadie, señor soy yo”.
“No solo nos disimulamos a nosotros mismos y nos hacemos transparentes y fantasmales; también disimulamos la existencia de nuestros semejantes”.
La nada de pronto se individualiza, se hace un ser, se hace ninguno: “Don Nadie, padre español de Ninguno, posee don, vientre, honra, cuenta en el banco y habla con voz fuerte y segura”.
Nadie no existe, simplemente disimulamos la existencia, obran y actúan como si no existieran. El circulo se cierra y la sombra de Ninguno se extiende sobre México.
El lenguaje popular refleja hasta que punto nos defendemos del exterior; la idea de la “hombría” consiste en no rajarse.
En nosotros abrirse es muestra de una debilidad, de humillarse, de agacharse, pero el no hacerlo es permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad.La “hombría” se mide en la invulnerabilidad ante las armas y los golpes del mundo exterior. El “macho” es un ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía.
Los mexicanos consideran a la mujer, como un instrumento, de los deseos del hombre, de los fines de la ley, la sociedad o la moral. fines para los que nunca se le ha pedido su consentimiento y en esa realización solo participa pasivamente. Prostituta, diosa, gran señora, amante, la mujer transmite o conserva, pero no crea, los valores y energías que le confían la naturaleza o la sociedad.
Simular es inventar o, mejor, aparentar y así eludir nuestra condición. El que disimula no representa, sino que quiere hacerse invisible, pasar inadvertido, sin renunciar a su ser.
Un ejemplo de simular o querer pasar inadvertido, Octavio Paz recuerda una vez, que oyó un leve ruido en el cuarto vecino al suyo y pregunto en voz alta: ¿Quién anda ahí?, y la voz de una criada, contestó: “No es nadie, señor soy yo”.
“No solo nos disimulamos a nosotros mismos y nos hacemos transparentes y fantasmales; también disimulamos la existencia de nuestros semejantes”.
La nada de pronto se individualiza, se hace un ser, se hace ninguno: “Don Nadie, padre español de Ninguno, posee don, vientre, honra, cuenta en el banco y habla con voz fuerte y segura”.
Nadie no existe, simplemente disimulamos la existencia, obran y actúan como si no existieran. El circulo se cierra y la sombra de Ninguno se extiende sobre México.
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